lunes, 26 de septiembre de 2011

HISTORIAS DE AMOR Y AMISTAD: TU AMANTE SECRETO


¡ADVERTENCIA!: Si bien los hechos acá descritos son reales, los nombres de los directamente implicados han sido modificados para proteger su identidad. Se recomienda discreción.

Bueno, creo que esta es la primera vez que hablo del pasado del Sardino, de lo que era de él antes de que entrara a la universidad y, en consecuencia, nos conociéramos y nos hiciéramos amigos. A modo de rápido resumen de su vida, diré que nació en el seno de una familia de clase media, católica y muy convencional, tiene dos hermanos menores y un medio hermano mayor, actualmente vive con ellos, sus padres, un perro y un gato en un barrio de lo más "play". Durante su infancia y adolescencia, asistió a un colegio privado y bastante católico (y caótico) de cuyo nombre nadie quiere acordarse. En ese colegio, bastante bueno, eso si para qué, El Sardino cursó su primaria y su bachillerato. Y es aquí, en este punto de la vida del Sardino, en el que empieza la historia que he de narrar a continuación, así como muchas otras que espero contar en el futuro.

Sucede que allí en ese colegio, El Sardino tenía un parchecito de amigas: La Ojitos y La Morocha. Los tres eran el trío maravilla, no se separaban para nada, iban juntos para arriba y para abajo, hacían indisciplina, se echaban cuentos, se reían a carcajadas, hacían planes juntos, en las actividades de grupo siempre se hacáin los tres, los tres iban a las casas de los tres, los tres se contaban sus secretos más íntimos, en fin; eran los mejor amigos. Sin embargo, ninguna historia es totalmente color rosa perfecto y esta, pues no era la excepción.

Resulta ser que a tan adorable trío, se unió una integrante indeseable: La Güera, una china muy bonita, pero terriblemente pedante, fastidiosa y remilgada; la típica niñita consentida de papá y de mamá a quien nadie en el salón quería ni soportaba. Los integrantes del trío maravilla, como es fácil suponer, estaban desesperados con la intrusa. No hallaban cómo quitársela de encima, cómo huirle, cómo hacerla a un lado: era un verdadero encarte que les amargaba la vida. Y La Güera ni se daba por enterada, estaba decidida a incrustarse y astillarse en el grupo le gustara a quien le gustara.

Si, La Güera no era para nada encantadora, fascinante o atractiva para nadie que la conociera. Y sin embargo, un buen día le sucedió algo incomprensible y desconcertante...al menos para los demás. Ese buen día, cuando todos regresaron del descanso de la media mañana para la siguiente clase, La Güera, sacó el cuaderno de la clase y, cuál no sería su sorpresa al ver que, entre las hojas del cuaderno había una nota hábilmente doblada. Intrigada y emocionada, La Güera ocultó la carta para leerla más tarde y así fue como, al final de la jornada, salió del salón sin despedirse de nadie...pero prestando mucha atención a las miradas, la conducta o los gestos de sus compañeros. Cualquiera de ellos pudo haber sido el que le escribió esa carta cuyo contenido ella aún ignoraba. Sin embargo, no notó nada digno de ser tenido en cuenta.

Al salir del colegio y llegar a su casa, subir a su habitación y encontrarse completamente sola, a salvo de miradas curiosas, abrió la carta y la leyó. Es casi imposible determinar que pensó, sintió o experimentó mientras leía aquellas líneas; sólo puede suponerse que fue algo tremendamente grato para ella, pues si, en efecto, aquello era una carta de amor...firmada con un inquietante seudónimo: El Solitario.

Un admirador secreto.

Aquello, por supuesto era tan, pero tan difícil de creer que rayaba en lo imposible...y sin embargo, así era. La Güera estaba en shock, sin saber qué hacer ni qué decir. Guardó la carta en una vieja caja de galletas, encaletada en el último rincón de su cuarto.

Al día siguiente, al llegar al colegio, se llevó a La Morocha (la única con la que se medio toleraban) a un rincón para confiarle en secreto eso tan maravilloso y misterioso que le estaba ocurriendo. La Morocha quedó tan perpleja como la misma Güera. Ni idea de quien podría ser El Solitario..aunque por lo menos ya tenían un nombre con el cual referirse a él.

Los días fueron pasando y, sistemáticamente, siguieron apareciendo cartas de amor entre los cuadernos de La Güera. Cartas cada vez más apasionadas, candentes, vehementes. La Güera ya no tenía escapatoria: El Solitario, un perfecto desconocido de quien no sabía absolutamente nada, se había robado su corazón. Cada suspiro, cada pensamiento, cada instante de vida...eran para él. Y ocurrió lo inevitable: lo idealizó hasta hacer de él el hombre perfecto; el extinto príncipe azul de los sueños de cualquier mujer.

Las cartas se acumulaban y con ellas crecían, como el fuego de una hoguera, la ansiedad y las añoranzas de La Güera. Empero, el misterio en torno a la naturaleza del Solitario prevalecía.

Pero pasa y sucede que entre el cielo y la tierra no hay nada oculto y, obedeciendo a esta ley, la identidad del Solitario salió a la luz. Eso si, en un mal día. Muy, muuuuy mal día.

Sucedía que, aparte de todo, a La Güera no es que le fuera muy bien académicamente (le iba como un ciezo, para ser más preciso) En todas las materias le iba terriblemente mal pero sobre todo, en las matemáticas (Fisica, Química, Cálculo y Trigonometría) Sucedía pues que estas materias las dictaba un mismo profesor (amén del recorte de presupuesto educativo propio de los colegios) quien además era el administrador y esposo de la rectora. Si, ahorro al extremo.

Este profesor, por lo tanto creó una especie de taller de refuerzo para los alumnos que iban perdiendo con él. Durante las tardes, en el colegio. Por obvias razones, nadie quería estar en esa lista de alumnos quedados  a quienes condenaban a pasar sus tardes encerrados, recibiendo más y más del mismo cocinado que no podían digerir ni a esa ni a ninguna otra hora del día. Y también, por obvias razones, La Güera estaba en esa listica negra.

Madreó y maldijo lo indecible, pero no hubo rezongo ni estirada de trompa que valiera: igual le tocaba quedarse todas las tardes a reforzar. Pero bueno, al menos tenía como consuelo la sistemática correspondencia con su amado aunque desconocido Solitario. Mientras tuviera eso, por lo menos, su vida era soportable. Pasara lo que pasara.

Hasta que llegó ese mal día; esa tarde funesta y sombría...

Cómo siempre, a La Güera le había tocado quedarse esa tarde y como siempre, les habían puesto a desarrollar un tremendo ejercicio de física, el típico, para ser exacto: tedioso, intrincado, eterno, mamón...Era el último, una vez lo terminaban, se lo entregaban al profesor y se iban. La Güera fue la última en terminar. Con un gran esfuerzo para no desfallecer, se levantó de la silla, se acercó al escritorio del profesor y le entregó su ejercicio. Iba a dar media vuelta para poder huir por fin de aquella sala de tortura mental, pero la mano del profesor la detuvo.

"Yo soy El Solitario"

Una simple frase que hizo polvo el mundo de La Güera. El castillo de naipes se derrumbaba en medio de un terrible y ensordecedor estrépito. Su príncipe azul resultó ser un cuarentón sardinero e infiel y, para colmo, un profesor. Y, para más colmo, el esposo de la rectora del colegio; la temible rectora.

La Güera salió corriendo, mientras el llanto le quemaba la cara...al día siguiente, se llevó a La Morocha a la casa y, nuevamente a salvo en su refugio, le confesó la terrible verdad. La Morocha quedó atónita, desconcertada, sin poder el menor crédito a todo lo que le contaba La Güera. No obstante, ella si atinó a hacer algo que La Güera jamás había siquiera pensado hacer: comparar la letra y la firma de las cartas de amor con las de los ejercicios de Fisica y Química. Idénticas. No había asomo de duda y, para rematar, la respuesta siempre estuvo delante de ellas.

¿Qué ocurrió después? ¿en qué paró todo aquello? ¿qué consecuencias tuvo tan arriesgado escarceo? El Sardino supo toda esta historia tiempo después...la historia, más no el desenlace. Lo cierto es que, la conozcan quienes la conozcan, en las paredes de aquel colegio aún se siente el eco de la triste historia de amor de La Güera y El Solitario, un hombre hecho de cientos y miles de ilusiones que se hicieron ceniza al primer soplo de realidad.

Gracias por leerme, sigan visitando mi blog y, por supuesto, esperen mas posts. A continuación, la banda sonora de esta desdichada historia de amor. Un saludo. Chao.


domingo, 25 de septiembre de 2011

HISTORIAS DE AMOR Y AMISTAD: LA CUERDA FLOJA (TERCERA PARTE)


¡ADVERTENCIA!: Si bien los hechos acá descritos son reales, los nombres de los directamente implicados han sido modificados para proteger su identidad. Se recomienda discreción.

Bueno, finalmente, he llegado a la última parte de esta historia, de esta tremenda anécdota que le ocurrió al Sardino.

Sucedió que, tanto El Sardino como yo, nos unimos a cierto grupo del Facebook que congregaba miembros de la comunidad LGBT de la universidad aunque, debo admitirlo, el grupo este es algo mamón...por lo menos en el Facebook: cada dos por tres, seis. Una notificación tras otra, tras otra, tras otra, tras otra...era realmente intenso. Y al parecer, ni El Sardino ni yo, le parábamos muchas bolas a eso, es decir, al grupo ni a lo que publicaban. Fue necesario que El Sardino emprendiera ese nuevo camino y cambiara drásticamente el rumbo de su existencia para que empezara a prestarle mas atención al grupito aquel.

Y, como en un guión para televisión, ocurrió: preciso montaron un evento muy poco convencional y, quizás por lo mismo, muy llamativo e inquietante: nada menos que..una sesión de bondage.

A los lectores que, por diversas razones, ignoran que es el bondage les diré: hace poco menos de un año yo no sólo ignoraba que era eso, sino también muchas otras cosas alusivas al sexo; fue necesaria una fugaz incursión por el mundo del periodismo cibernético, trabajando para un revista on line de las temáticas más variadas, para descubrir eso y otras prácticas alusivas a esta faceta de la sexualidad que pocos se atreven a explorar, pero de la que resulte haciendo un fascinante artículo: el sadomasoquismo. Y en efecto, el bondage es sólo una de las muchas prácticas sadomasoquistas conocidas por el hombre, consistente en atar al otro para, como en cualquiera de estas prácticas, proporcionar placer a través del dolor.

El Sardino, armado de una nueva actitud frente a la vida, decidió ir. Como fuera, pero iría porque iría. En el anuncio, incluso, recomendaban llevar un cordón o una cuerda de algodón y advertían: puede que duela un poco, pero seguramente lo disfrutarás. Eso bastó para que El Sardino se pusiera en la tarea de buscar un cordón para tal fin. Y no consiguió uno sino dos. Además, se guardó una chocolatina en el bolsillo de la chaqueta. Era el viernes antes del Día de Amor y Amistad y estaría rodeado de al menos una veintena de universitarios de digamos...su mismo plan. No habría pierde.

Aquella fría y húmeda tarde-noche de viernes, El Sardino llegó al edificio donde se suponía que se realizaría este...ejercicio. Vio en los alrededores, ya dentro del edificio, a una pareja de manes. De inmediato los reconoció como "del cuento" y los siguió. Pero no parecían muy ubicados. Les preguntó por el salón, pero tampoco sabían donde quedaba e incluso, le dieron a entender que iban para otro lado. Más tarde, El Sardino se los habría de encontrar en el salón, al que llegó con la ayuda de la portera (osea, yendo a la fija)

El salón en el que se llevó a cabo el evento era un palomar de ladrillos, redondo y pequeño, además de estrecho y sofocante; idóneo para lo que pretendían hacer. Sin embargo, al menos las primeras horas, El Sardino no la pasó bien: según sus propias palabras se sintió como la típica niñita fea que nadie saca a bailar en las fiestas. Nadie le hablaba, nadie se sentaba al pie suyo...pero todos conversaban muy animádamente entre ellos. En otras palabras, las roscas ya estaban hechas y solidificadas. El Sardino no tenía muchas opciones de entrar en ninguna de ellas y obviamente, eso le bajó los ánimos...pero no tanto como para desistir. Igual que en la marcha por el orgullo gay, no desistiría: aguantaría hasta el final, como un soldado espartano. Tarde o temprano, su permanencia y su resistencia rendirían frutos. Confiaba en ello.

Y entonces, empezó el show.

Uno de los organizadores del evento (y a quien El Sardino, en algún momento de la vida conoció) resultó pasar de sociólogo a psicólogo y empezó a dar una breve y amena introducción sobre la sexualidad, el fetichismo, las perversiones y el sadomasoquismo apoyándose en los preceptos y teorías del padre del psicoanálisis, el señor Sigmund Freud. Esa intervención, valga decirlo, le dio a la reunión un toque de clase magistral, eso si, bastante interesante...aunque cada vez que veía a alguien conocido, interrumpía su exposición para saludarlo escandalosamente; algo para nada chevere. Así estuvieron hasta que apareció la tan esperada dominatriz que les daría la charla: una mujerona alta, trozuda, morena, bonita, vestida...no tan sado como se habrían imaginado muchos, pero apropiadamente entaconada, eso si. Sin más preámbulos, inició: habló de las prácticas sadomasoquistas, las medidas de seguridad necesarias, los instrumentos y objetos de uso frecuente en estas prácticas, la asignación de roles y, sobre todo, la historia del bondage y la elaboración de nudos en estilo francés, inglés y japonés (este último muy artístico y bien elaborado)

Luego, la parte didáctica; el show como tal: enseñó a hacer una gran diversidad de nudos y ataduras, para lo cual, además, pidió a los asistentes que se hicieran de a grupos o parejas. Nunca antes El Sardino se sintió tanto como un patito rodeado de pollitos...la buena noticia, es que no fue el único que tuvo que resignarse a ser sólo un espectador. Junto a él habían más asistentes que, de cualquier modo, tampoco le paraban muchas bolas.

Sucedió entonces que, mientras la dominatriz enseñaba paso a paso como hacer los nudos, El Sardino notó que a su lado, se había sentado un muchacho joven y muy atractivo. Entonces, se decidió a hablarle - no sin la dificultad de siempre - lo saludó, se presentaron brevemente intercambiando datos como el nombre, la edad, la carrera, el semestre y experiencia en el grupo. Estaban en esas, conversando, conociéndose... cuando apareció el amiguito del chino. Ni modo...se había acabado el recreo; otra vez solito, en silencio, haciendo fuerza para no ser notado pero, como en un principio, en pie de lucha, firme, fuerte, decidido a seguir ahí; aún cuando notara que la chocolatina que se había empacado se le había derretido en el bolsillo.

Si, tanto así era el calor que hacía en el salón...cuando sucedió. Un muchacho, algo mayor que el anterior y aún más atractivo le habló al Sardino para preguntarle algo. Esa fue la excusa perfecta para iniciar la conversación. O mas bien, repetirla: nombres, edades, carrera y semestre, experiencia en el grupo, etc. Sólo que, el posible amiguito que aterrizaba cuan mosca en la sopa, no aparecía; por lo que todo apuntaba a que El Sardino tenía el camino despejado con tan apuesto galán, quien, además, daba señales de que El Sardino por lo menos le agradaba y le caía bien. Fue entonces que la cosa se puso muy buena...en lo que al show se refiere. Tanto, que todos, incluidos El Sardino y su prospecto, se pusieron de pie para presenciar mucho mejor el espectáculo.

La dominatriz había empezado a llamar a varios voluntarios para mostrar cómo se realizaban estas prácticas en tiempo real y en vivo y en directo. Mejor dicho, el ejercicio se convirtió en todo un show sado ante la sorpresa de la misma dominatriz. Los primeros voluntarios pasaron al frente y colaboraron con ella sin mayores contratiempos, sin dejar ningún recuerdo perdurable en los asistentes, salvo las burlas y las arengas de los amigos para que pasaran al frente. Excepto...el último voluntario, un man extremadamente flaco, de unos treinta y tantos años y muy bien parecido. A él nadie lo tuvo que animar para que pasara al frente, el solo casi se va de cara por pasar. Entonces, le hicieron quitarse la camisa, lo amordazaron y lo hicieron acostarse boca arriba. Y fue ahí cuando el show llegó al clímax.

Ella empezó a azotarlo y el man gemía. Gemidos ahogados, persistentes, suplicantes ¿Dolor, placer...? quién sabe: esa es la gracia. Ella siguió azotándolo e incluso le clavó uno de sus tacones en el vientre y muy pronto se hizo evidente que, con los gemidos, lo que hacía era pedir más y más...hasta tener una tremenda erección que todos notaron no sin cierto estupor, aunque también con cierto inconfesable deleite. La dominatriz se detuvo para seguir hablándoles...mientras el man le acariciaba sugestivamente la pantorrilla "Ah, tranquilos...eso es pura maña" comentó ella con la mayor naturalidad. El tiempo se agotaba y, para sorpresa y vergüenza ajena de todos los presentes, resultó ser que el man había llevado a su novia. La dominatriz preguntó por la novia o el novio del voluntario y ahí apareció ella. No, no quería que el show continuara...o al menos no con él.

Oficialmente, el show había terminado. Cada quien se habría ido a su casa...de no ser porque una muchacha muy cordialmente los invitó a todos a farra de viernes en la noche en Humanas. Al menos habría un posible buen plan. ¿La mala noticia que nunca falta? El amiguito del prospecto del Sardino finalmente apareció y, en uno de esos eventos que ocurren a la velocidad de la luz, mucho antes de poder ser procesados y asimilados, el prospecto del Sardino se despidió de él con un fugaz apretón de manos y desapareció de su vida casi para siempre. El Sardino se sintió desechado.

Salió en la impresionante turbamulta, bajó las escaleras y salió del edificio en medio de una llovizna helada y persistente, mamona, como todas las lloviznas. Caminó hacia humanas, pero no había señales de farra...si había cierto movimiento, pero nada concreto. Estaban crudos o era terriblemente improvisada la dichosa farra.

El Sardino caminaba con el corazón oprimido por una horrible sensación: sentía que no encajaba en ningún sitio, que donde estuviera estorbaba, que era invisible para todos los demás. Se sentía triste, solo, deprimido, derrotado, condenado al fracaso...pero no se iría aún. Caminó hasta la plaza central, y resultó metido en la farra de enfermería. Un fiasco TOTAL: poquita música, poquita gente, pero mucho alcohol. No tenía nada que hacer ahí. Se sentó en uno de los corredores y luego en un anden, al lado de la plaza. A menos de un metro, divisó a un muchacho joven y atractivo...pero la historia no tuvo oportunidad de repetirse y, no sólo por la ley de probabilidades, sino porque esta vez no fue un amiguito sino una amiguita la que apareció antes de que El Sardino pudiera siquiera pensar en dirigirle la palabra al tipo.

El Sardino se resignó a que, si, muy viernes en la noche, mucha víspera del día de Amor y Amistad, mucha chocolatina derretida en el bolsillo (y hasta mucho condón en la billetera) pero esa noche, como otrs tantas en el pasado, estaba destinado a pasarla solo. Se levantó y empezó a caminar hacia la salida. Vio que su reloj marcaba las 9 pasadas; estaba justo a tiempo antes de que Transmilenio, el medio de transporte más seguro a esas horas, dejará de funcionar. Aceptó sin amargura que era tiempo de irse.

Llegó a su casa relativamente temprano, comió, encendió el computador y se metió al Facebook...en el chat, estaba El Baby...pero esa, ya es otra historia.

Muchas gracias por leerme, les mando un gran saludo y espero que este post y, en general, la historia de La Cuerda Floja hayan sido de su agrado. Síganme visitando y, por supuesto, esperen mas posts. Como es costumbre los dejo con el video de rigor. Feliz inicio de semana.




          

lunes, 19 de septiembre de 2011

HISTORIAS DE AMOR Y AMISTAD: LA CUERDA FLOJA (SEGUNDA PARTE)


¡ADVERTENCIA!: Si bien los hechos acá descritos son reales, los nombres de los directamente implicados han sido modificados para proteger su identidad. Se recomienda discreción.

Bueno, como les venía contando, dos hechos trastocaron violentamente la rutina del Sardino, justo por los mismos días en los que había decidido emprender un rumbo diferente.

El primero de estos hechos, tuvo por origen una simple invitación de una muy buena amiga suya, La Chiqui, quien, con motivo del reciente cumpleaños de La Marze y ante la cercanía del lanzamiento de una revista literaria, lo invitó a él y a otras yerbas (de quienes hablaré más adelante) a verse en la universidad, asistir al evento y luego...ir a algún sitio a tomarse algo. Así me lo contó El Sardino en una de nuestras charlas nocturnas por el chat...y de inmediato temblé y rogué para que, fuera lo que fuera lo que tomara esa noche no fuera a ser alcohol: ya lo conozco cuando está con sus tragos de más y es tremendo.

Infortunadamente mis plegarias no fueron escuchadas: La Chiqui resultó invitándolo a dos aguardientes. Afortunadamente, sin embargo, El Sardino no hizo nada de lo cual arrepentirse...o al menos eso me contó cuando lo llamé al día siguiente. No, no había sucedido nada...con todo y que allá en el evento se encontró con El Genio y, por más que sea lamentable, el man todavía le llama la atención...pero él al man...cero pollitos. Además de eso, los dos aguardientes piscineros a los que lo invitó La Chiqui le entraron como en reversa, lo que le causó, según sus propias palabras, "un guayabo digestivo ni el tenaz", pero algo muy interesante le sucedió esa misma noche. Siguiendo su mala costumbre de aprovechar su embriaguez para meterse a Facebook a escribir sandeces o chatear, El Sardino entró a su cuenta y cuál no sería su sorpresa al ver que, justo ese día en que se había embriagado, había recibido una solicitud de amistad la cual, como siempre, aceptó.

Según sus palabras, El Baby es un man muy parecido a él, tienen muchísimo en común y parece que se la llevan muy bien; El Sardino, hasta hace poco, se lo encontraba en el chat casi que a cualquier hora y casi todos los días y, cuando eso ocurría, podían durar horas y horas chateando, generalmente, hasta altas horas de la madrugada. Además, El Sardino me contó que el man es muy culto, está muy bien informado y es un gran conversador. La cosa pintaba como bien...pero yo esa película ya me la he visto varias veces. y casi nunca termina bien. Prácticamente jamás.

Por eso, al verlo tan entusiasmado, yo, como amigo, consideré mi deber aterrizarlo un poco y hacerle ver que él estaba en un momento muy especial, pero poco propicio para los "sucedaneos" erótico-sentimentales. Prodigiosamente, El Sardino me escuchó y le bajó el volumen, pero, justo cuando había decidido dejar de frecuentar el Facebook, en aras de hablar con El Baby a cualquier hora, se volvió a pegar como una chupa y, así las cosas, no sé en que irá a parar.

En todo caso, sucede que, el pasado sábado, en un aburrido y poco excitante Día del Amor y la Amistad, como venía sucediendo desde hacía varios días, El Sardino se encontró al Baby en el chat de Facebook y, como era lo normal y lo usual, empezaron a charlar, de largo, durante horas, con muy pocas interrupciones y, hablando de lo uno y de lo otro y de todo un poco, llegaron al escabroso y peliagudo tema del erotismo y la sexualidad. Y fue en ese momento, cuando El Sardino se lanzó al agua: una vez vislumbró la oportunidad, le dijo al Baby que a él si le gustaría tener sexo con él; algo por demás prodigioso ya que, según me contó El Sardino, el man no tiene ni una sola foto suya en el Facebook. Ni una es ni una. Nada. Por eso, no tenemos más que una idea bastante vaga de cómo es él. Él afirma ser un man muy delgado y mas o menos bonito...osea, que se ajusta a los estándares de calidad masculina del Sardino...por ahora. Pero es de cualquier modo algo bastante audaz.

A esta altura ya muchos de los que conocen al Sardino deben estar sorprendidos con ese cambio tan repentino en su forma de pensar y de ver el amor y el sexo y esas cosas. Pues si, ha sido un cambio de actitud bastante drástico...pero no súbito. Ahora, El Sardino ha decidido (entre otras cosas) dejar de esperar su príncipe azul y aprovechar lo que la vida quiera darle; lo bueno que el destino, o Dios o la suerte quieran poner en su camino. Con o sin compromiso. Y lo apoyo.

Entonces, está abierto a lo que sea que pase con El Baby y...con respecto a eso, amanecerá y veremos. Por ahora, han quedado de verse el jueves, Dios mediante y....bueno, supongo que esa será otra de las historias de amor y amistad que conformarán esta colección. El jueves será el día de la verdad entre El Sardino y El Baby (al menos tentativamente) y hasta entonces, no hay manera de predecir que sucederá. Tal vez se gusten o tal vez el man no sea del agrado de él, o viceversa o las dos cosas simultáneamente...en fin, las posibilidades son infinitas. Pero en todo caso, esa fue sólo una de las dos cosas que le han sucedido al Sardino por estos días. La otra...será narrada en detalle, en la siguiente entrega.

Por ahora, lastimosamente, debo despedirme y recomendarles que, ya que se leyeron la 1º y esta 2º parte, también se lean la 3º y última.

Una vez más les mando un gran saludo a todos mis lectores, les agradezco mucho que me lean, espero que estas dos primeras entregas hayan sido de su agrado y que me sigan leyendo. Y..como siempre, los dejo con un fascinante video musical, eso si, la canción es algo cortavenas, pero hermosa.



domingo, 18 de septiembre de 2011

HISTORIAS DE AMOR Y AMISTAD: LA CUERDA FLOJA (PRIMERA PARTE)


Bueno, esto era inevitable (supongo): hablar del Amor y la Amistad por estos días. Curiosamente, justo este año, se señaló un día del amor y la amistad, porque recuerdo que antes, en otrora, uno sabía que septiembre era el mes del Amor y la Amistad...pero no sabíamos a ciencia cierta a cuál de los 30 días del mes le correspondía el honor de ser una fecha tan comercial como el Día de la Madre o la Navidad (incluso yo llegué a pensar que era el primer lunes...después de la quincena) por eso, no todos lo celebrábamos el mismo día. No obstante, como venía diciendo, este año la cosa fue diferente: el pasado sábado 17 de septiembre...osea ayer, fue el Día del Amor y la Amistad; eso si, debo afirmar que mi experiencia personal de ese día fue prácticamente nula: ni llamadas, ni mensajes, ni posts en mi muro, ni felicitaciones de nadie. Nada es nada, pero no me importó. No es ese el punto ahora.

Pude haber hecho esta entrada ayer...pero no habría sido lo mismo y ni remotamente tan intrigante como lo es ahora que ya están puestas las cartas sobre la mesa. Normalmente dejo pasar un tiempo prudencial entre dos publicaciones con el mismo aviso de advertencia que anuncia que, si bien lo que estoy a punto de contar son hechos reales, los nombres de los implicados han sido cambiados para proteger su identidad y que, por supuesto, se recomienda discreción, pero, por esta vez, creo que tendré que hacer una serie de excepciones; al menos mientras publique en su totalidad esta colección de relatos de Amor y Amistad que, como también ya mencioné, están basadas en hechos de la vida real. En todo caso, espero que les gusten.

La primera historia de esta colección, LA CUERDA FLOJA, le ocurrió, como bien se podrán imaginar mis poquísimos fans, a mi amigo del alma, mi parcero, mi hermano bobo...El Sardino y....dice así:



¡ADVERTENCIA! Si bien los hechos acá descritos son reales, los nombres de los directamente implicados han sido cambiados para proteger su identidad. Se recomienda discreción.

Dice un viejo dicho que en tiempos de guerra cualquier hueco es trinchera. La verdad debo decir que estoy 100% de acuerdo. Y El Sardino también lo está; de hecho desde hace unos días él ha demostrado la veracidad de tal frase.

Al Sardino, por extraño e incoherente que parezca, le dio muy duro y le costó recuperarse del tarascazo mortal que le propinó EL Tiburón. Se hundió en la depresión y la autocompasión, en la amargura y la desesperación como sólo él sabe hacerlo. Pero a la final, tanto sufrimiento y tanto dolor (para muchos injustificados) lo llevaron a darle una patada al fondo y subir a flote..de nuevo. A la vida. Al mundo. A reencontrarse con él mismo. Entonces, en un violento arranque de lucidez, decidió que ya era más que suficiente: debía, como dice el pastor en el culto, PARAR DE SUFRIR; en especial por alguien que no lo merecía y con quien ni siquiera pasó nada.

Decidió dedicarse tiempo a él mismo y, sobre todo, a salir al mundo. A mostrarse, a "escapar" de vez en cuando de la prisión en la que muchas veces se convierten su casa y su entorno cotidiano. Con esta determinación, un domingo, tomó una novela de Paulo Coelho en sus manos (repito: en tiempos de guerra cualquier hueco es trinchera) y marchó al Centro Comercial más cercano. ¿Su plan? Sentarse a leer, en una banca al aire libre, algo que, sin duda también pudo haber hecho en su casa...pero que disfrutó enormemente al hacerlo afuera, en otro lugar, al aire libre y rodeado de cientos de desconocidos.

Fue una decisión acertada. Lo disfrutó al máximo: disfrutó la lectura, el cambio de aire, el caminar solo, libremente, a su propio ritmo, sin más compañía que la suya, conversando consigo mismo, decidiendo por dónde ir y qué hacer. Fue una experiencia revitalizante, refrescante y muy enriquecedora: cuando regreso a su casa, ya era otro; había sanado ¿Qué haría ahora? Ir a otro Centro Comercial un poco más alejado de ese y repetir la experiencia...el siguiente fin de semana.

No obstante, por muy bueno que sea el plan que tengamos en mente (para el mismo día y ni hablar cuando es para el siguiente fin de semana), no siempre se logra concretar. En el caso de la segunda salida del Sardino, ésta no pudo concretarse debido al mal tiempo - entendiéndose por tiempo el clima - Cuando él me lo contó, le pregunté que si no le molestaba eso. Pero no, la verdad no le importó, porque en el trascurso de esa misma semana habían sucedido dos cosas que desviaron por completo su atención y parecía que cambiarían drásticamente el rumbo de su vida.

CONTINUARÁ....

Gracias por leerme y no se pierdan la segunda parte de esta apasionante y desconcertante historia.

Por ahora los dejo con una canción de Amor y Amistad, para todos ustedes. Se cuidan. Un saludo. Chao





lunes, 12 de septiembre de 2011

TWENTY FIVE...Y UN MES


Si, parece increíble pero así es: veinticinco años y un mes han pasado desde el momento en que llegué al mundo.

No soy tan desocupado como para hacer las cuentas exactas; sólo sé que han sido miles de días y millones y millones de horas de vida ¿Que cómo he pasado todo este tiempo en la tierra? Pasándolo, simplemente. Yo, como cualquier otro mortal, considero aventurado y parcial hacer un juicio global de la vida que he vivido hasta ahora. Ha habido de todo; he tenido muchas cosas, pero me han faltado muchas otras que son parte cotidiana y natural de la vida de muchos otros de mi edad e incluso más jóvenes. Hasta ahora no he tenido novio, ni tampoco relaciones. Ignoro qué se siente querer y ser correspondido; hasta ahora he querido a quien no me quiere y rechazado a quienes si me quieren o por lo menos muestran algún interés en mi...en mi defensa diré que era lo mejor: no habría sido justo que les hiciera eso yo, que sé lo que es querer a quien no nos corresponde.

Todo este tiempo que he vivido ha estado marcado por la presencia y la compañía de mi mismo..pero no he sido el único: gracias a Dios tengo una familia pequeña y funcional, han pasado todo tipo de personas por mi camino y también conservo algunos amigos. Creo que todo el mundo los tiene. Son pocos, eso si, pero...¿para qué más? La experiencia me ha demostrado (y a las malas) que es mejor contar con pocos amigos que con cientos de conocidos o peor aún: con enemigos que se hacen pasar por nuestros amigos. Tengo más amigas que amigos, pero no importa, desde niño eso se perfilaba con mucha claridad: tengo mucha más afinidad con las mujeres que con los hombres...lo que no significa que me la lleve mal con ellos; teniendo en cuenta que soy gay, eso habría sido una desgracia.

Dando un vistazo hacia atrás, me doy cuenta de que, también como cualquier otra persona, de cualquier edad y condición, he vivido bien, aún teniendo en cuenta los errores que he cometido, las malas decisiones que he tomado, las buenas oportunidades que deje pasar...en fin, nada es perfecto. Nada puede ser perfecto; una vida así sería muy aburrida. La certeza más dura que he adquirido es la certeza de que, por más que quiera y necesite...no puedo retroceder el tiempo para tomar las decisiones correctas en los momentos indicados. Sólo quedan las lecciones para el presente y para un futuro recóndito e incierto y supongo que así es mejor; las cosas salen y resultan como debe ser.

Según todo el mundo, mi edad actual, los 25, es una edad "crítica": una edad para empezar a reflexionar, para madurar, para empezar a vivir con más calma, más despacio...quizás sentar cabeza y... ¿cómo? A sus 26 años (apenas un año más) Paulo Coelho decidió sentar cabeza porque, tras rebelarse contra sus padres, ser internado en un hospital psiquiátrico, volverse hippie, probar las drogas, tener experiencias homosexuales, ser apresado y torturado, incorporarse a un grupo de teatro y oficiar como periodista, ya había vivido más que suficiente. Cualquiera habría estado de acuerdo...pocos han vivido tantos hasta esas alturas de la vida...pero están algo cerca. Lady Gaga, que es apenas casi cinco meses mayor que yo, afirma que esta edad, los 25, es la edad idónea para perder la virginidad. Ese dato lo supe a través de "Datos WTF" de Facebook y entre los comentarios alguien escribió que en cualquier cosa, era mucho tiempo para esperar. Tiene la razón...es mucho tiempo. Que me lo diga a mi.

Uno no debe compararse con nadie; pero de vez en cuando es necesario o, en cualquier caso, inevitable y, al compararme, llego a la conclusión aterradora de que, para tener 25 años, he vivido muy pocas cosas. ¿De quién ha sido la culpa? Puedo señalar a varios culpables, empezando por mi mismo, pero no serviría de nada. Repartir culpas es inútil y lacerante; mucho más práctico y gratificante es tomar conciencia de que aún vivo y de que por lo tanto tengo la oportunidad de vivir la vida con mayor intensidad. Aún estoy a tiempo y esta vez aprovecharé la oportunidad al máximo, a mi favor tengo que, si bien tengo 25, parezco como de 15 o 16 (aunque a veces exagero diciendo que parezco de 12); creo que eso me da un amplio margen de ventaja.

En estos 25 años y un mes de vida, han faltado cosas, han sobrado otras y se han perdido otras tantas...pero también he vivido muy a mi manera. He tenido una existencia totalmente atípica, como cabe esperar de una persona que fue un niño tímido, excéntrico, encerrado en su mundo, de gustos e intereses estrafalarios y con una inexplicable tendencia a la soledad, el aislamiento e incluso la misantropía. Con todo, viví las mismas cosas que el resto de la humanidad.

He sufrido, he llorado, me he enfurecido, me han lastimado y me han traicionado, he guardado un rencor infinito y he cobrado venganza, en la universidad aprendí muchas cosas de literatura...pero también descubrí lo que son realmente la ira y el odio, he amado (a los equivocados) y les he declarado mi amor, he reído, he aprendido, he rechazado, he acogido, me he conmovido con la belleza, me he sobrecogido con la ternura, me he indignado con la crueldad y la injusticia, he visto cine y TV, he leído muchísimos libros y revistas, he experimentado y he probado lo prohibido, he creado he imaginado, he pintado y he dibujado, he caminado, he corrido, he sentido el viento en mi rostro, me ha mojado la lluvia, he sentido frío y calor, he hecho amigos y he hecho enemigos, me he ilusionado y me he decepcionado, me he desengañado, he decidido y he ignorado, he saboreado todo tipo de comidas, me han embriagado un sinfín de fragancias y repugnado los peores hedores, he escuchado la mejor música y los más finos sonidos, he sentido las mas suaves texturas, he complacido mis ojos con las más hermosas imágenes y escenas, me he equivocado, me he disculpado, me he obstinado, me he entretenido, me he divertido, me he apasionado, he hablado, he gritado y he callado, he ayudado y he sido leal, he sido querido y he sido odiado, me han envidiado y también compadecido, he dormido y he soñado, me he inspirado y he escrito cuentos e inventado una multitud de novelas, me he aburrido y me he entusiasmado, he tenido las peores citas en la historia de la humanidad, he roto promesas y he cambiado mi vida 100 veces...pero sobre todo, no he olvidado, en cambio si he confiado en que viviendo el presente adecuadamente, contaré con un mejor futuro, que el mañana es promisorio y que el objetivo principal en la vida es ser feliz.

Estos han sido mis 25 años de vida; en ellos nací, fui criado, soporté valerosamente ocho años en el colegio, duré cinco idílicos años en la universidad hasta graduarme y ahora estoy acá, tras haber creado un blog, escribiendo en él lo que es y ha sido de mi, así como lo que será, si Dios quiere. Son mis primeros 25 años...quizás no muy intensos e interesantes...pero en los próximos 25 (que empezaron el pasado 13 de agosto) habrá desquite. Confío en que si; no en vano dicen que lo bueno se hace esperar; he vivido 25 años vividos tan bien como ha sido posible vivirlos...pero lo mejor aún esta por llegar.

Muchas gracias por leerme, espero que el post les haya gustado y que me sigan visitando. Les mando un gran saludo y, por supuesto, esperen más posts.



 

 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

ALONE AGAIN


¡ADVERTENCIA! Si bien las situaciones acá descritas son verídicas, los nombres de los directamente implicados han sido cambiados para proteger su identidad. Se recomienda discreción.

Como mis fieles seguidores han podido apreciar, llevo casi casi un mes sin publicar nada. Pero hoy he vuelto; algo sin duda digno de ser celebrado, de no ser por la triste historia que tengo que contar y que, como casi siempre, tiene por protagonista a mi mejor amigo: El Sardino.

¿El escenario? Sin duda, el peor de todos: Facebook ¿La situación? Bastante compleja: El Sardino se volvió a ilusionar ciegamente OTRA VEZ y como siempre con el menos indicado (dicen por ahí que mientras llega el indicado se pueden disfrutar a los equivocados, pero el pobre Sardino ni eso ha podido hacer) El caso es que El Sardino agregó al Tiburón del mismo modo como había hecho con otros: a diestra y siniestra, al azar, fortuitamente. Y el man lo aceptó.

Un buen día, El Sardino se encontró al Tiburón en el chat de Facebook y le empezó a hablar. El Tiburón le contestó y se empezaron a conocer; la cosa marchaba bastante bien, se entendían muy bien y todo seguía un curso normal...en los primeros segundos. De repente, El Tiburón le hizo una propuesta indecente al Sardino (él mismo me pidió que mantuviera en secreto los detalles de esta propuesta y eso haré). El Sardino en un primer momento quedó estupefacto: no podía dar crédito a lo que le estaban proponiendo. Dijo que no...pero después de que El Tiburón se desconectara le escribió diciendo que si: aceptaba.

¿Sus razones? Para El Sardino eso, aunque impulsivo y precipitado para una primera conversación, era una oportunidad que él sentía que debía aprovechar; sobre todo por las muchas otras oportunidades que El Sardino ha dejado pasar por distintos motivos de no mucho peso y de lo cual, hasta el día de hoy se arrepiente. Estaba decidido a no repetir esa historia. Lo noté tan decidido que no me opuse por más que tenía dudas y temores apenas lógicos, pero callé. Y ¿quien sabe? De pronto las cosas se le daban bien con El Tiburón y POR FIN tendría algo bueno que contar.

Pero los días pasaron y pasaron y nada. El Tiburón no daba señales de vida. El Sardino, entonces, tuvo tiempo para pensar mejor las cosas, sopesar los pros y los contras, calcular riesgos, reflexionar y fue así como llegó a una conclusión: cambiarle la película al man. Entonces, se suponía que no harían lo que él le propuso sino algo mucho más zanahorio: una cita; tendrían una cita en el Centro Comercial, darían una vuelta, charlarían, se tomarían algo...y ya. Nada más, osea, andarían poco a poco, lo cual a mi me pareció mas sensato. Pero el tiempo seguía pasando y no sucedía nada.

Hasta que llegó ese día. Ese día que el Sardino creyó que ya no iba a llegar y que se había resignado a no seguir esperando: el día en que El Tiburón regresó al Facebook. No es que se hubiera demorado demasiado: apenas dos semanas, pero ese tiempo sin comunicarse, en tiempo del Sardino es una eternidad. Pero bueno, aunque tarde, el man apareció de nuevo en escena y le dio un giro hasta cierto punto inesperado: El Sardino le preguntó que si había leído lo que le escribió y que si aceptaba y El Tiburón dijo que si. Pero la pregunta era: ¿cuál de las dos cosas? ¿la cita o el plan indecente? Resultaron quedando de acuerdo para las dos cosas.

Cuando El Sardino me lo contó, nuevamente me quedé sin palabras. Siguieron hablándose por un tiempo, de vez en cuando, cada vez que El Sardino se lo encontraba en el chat. Las conversaciones entre los dos eran bastante amenas y cada día se entendían mejor; incluso en una de esas animadas charlas, el man le pasó el link de su "face verdadero" Según El Sardino "el man aguanta, es lindo" ¿Consecuencia? El Sardino se empezó a entusiasmar en demasía, empezó a idealizar, no sólo al Tiburón, sino también a imaginar una vida, un futuro junto a él. Ya con anterioridad El Sardino ha cometido ese mismo error..pero parece resistirse a aprender de sus funestas consecuencias. Él niega categóricamente haberse puesto intenso...pero esa parece ser la única explicación lógica a lo que sucedió hace poco.

El Sardino, una noche, entró al chat de Facebook y no lo encontró. Le pareció extraño y por eso mismo, hizo lo que había venido haciendo desde hacía cierto tiempo; cuando lo asaltaba el temor a que el lo eliminara. La diferencia, es que ese temor, aquella noche, se hizo realidad: El Tiburón lo había eliminado y además lo había bloqueado. Sin arzón aparente. De sorpresa y a mansalva.

El Sardino quedó de una pieza y lenta pero inexorablemente se sumergió en la depresión, en la tristeza y el dolor. Según lo veo yo, no se trataba del Tiburón, a quien nunca conoció en persona, razón por la cual, además, era imposible que lo quisiera. Se trataba de la vida misma del Sardino en la que se repite inevitablemente la misma historia: él conoce a un man, se ilusiona con él, pero no es correspondido. Sigue solo, sin nadie que se fije en él, sin nadie con quien pueda llegar a relacionarse más allá de una amistad, sin nadie que sea parte vital de su existencia, sin que nada se le dé en el amor. Algo muy triste en verdad y que además El Sardino, que es tan buena persona, no se merece.

Por azares del destino, yo tenía apagado el celular y por eso El Sardino no se pudo comunicar conmigo ninguna de las 100.000 veces que me llamó para contarme su desventura. Por esta razón, optó por escribirme en el inbox de Facebook. Cuando leí ese mensaje, yo tampoco lo pude creer y, obviamente, lo sentí por El Sardino a quien una vez más, se le iba una ilusión de las manos. Por ese mimso mensaje supe que El Sardino, de inmediato, le envió un mensaje al Tiburón (a su cuenta verdadera) haciéndole saber que ya se habia dado cuenta de que lo había eliminado y bloqueado, que no sabía si era que lo habían hackeado o que, pero que si esa era su decisión, a él le dolía mucho, pero no podía hacer nada. Lo único que pedía, era razones. Una explicación.

Eso fue lo máximo que pudo hacer y hasta ahora...nada de nada.

Según le dijo otro amigo, no debe desesperarse pues a todo marrano le llega su Nochebuena y ya llegará el hombre que lo corresponda y lo haga muy feliz. Al igual que ese amigo, yo espero que así sea y que El Sardino vuelva a ver la vida y su existencia con ojos de esperanza. Por ahora, creo que esta historia llega a su fin. Pero también es posible que tenga una segunda parte; uno nunca sabe. No quisiera que este primer post del mes del Amor y la Amistad no tuviera una continuación más alentadora.

Gracias por leerme, espero que el post haya sido de su agrado y que me sigan visitando. Por ahora los dejo con una canción totalmente acorde a lo que le sucedió al Sardino. Un saludo y gracias por su fidelidad.