martes, 24 de mayo de 2011

¡MOTHERF...!


Con certeza, a todos nos ha pasado: estar en medio de una crisis o en general, en cualquier situación caótica y estresante. Teniendo suerte, es sólo un día o incluso sólo un momento relativamente breve; en ocasiones puede tratarse de situaciones que se prolongan durante días o incluso meses. También sucede que, así como se trata de algo serio de cuyo buen término dependen muchas cosas igualmente importantes, del mismo modo puede tratarse de una bobada; algo que, objetivamente, no tiene importancia. Pero eso no significa que nos estrese menos.

Hablando en términos estrictamente científicos, el estrés es una reacción natural del organismo de todo ser vivo y tiene como finalidad, impulsarnos a actuar y trabajar con más fuerza por un fin determinado... generalmente ese fin es la supervivencia. Es así como, desde ese punto de vista, el estrés salva nuestras vidas, bien sea en sentido figurado o literal, pero en los últimos quince años, todos nosotros hemos visto cómo el estrés ha venido convirtiéndose en una enfermedad peligrosa e incluso letal.

Muchas veces retrasos, demoras, errores, fallas o simples gestos o actitudes ajenas, por nimias que sean, nos irritan e impacientan hasta llevarnos al borde de un ataque de nervios almodovariano. Muchas veces se trata de asuntos de universidad u oficina: días de exposición, parcial, reuniones importantes, entrevistas o citas de trabajo son momentos altamente críticos en los que muchos factores pueden aumentar la de por si alta carga de estrés. Cierta y lamentablemente, Murphy no mentía cuando aseguraba en una de sus leyes que "si algo puede fallar...fallará": justo ese día, o se nos queda u olvida algo; o sufrimos algún tipo de accidente; o nos coge un trancón; o se vara el carro o el bus...y ni hablar cuando dependemos de terceros: más o menos en el 95% de las veces nos ponen en aprietos, de una forma u otra.

Cabe anotar además que, si bien en la mayoría de los casos se trata de accidentes y otro tipo de eventualidades que escapan a nuestro control, también en no pocas ocasiones, se trata de cosas que ocurren por dejar las cosas para último momento: por insignificante que parezca, cualquier medida o precaución que no se tome en el momento correcto, puede ser letal más adelante. De ahí que, llegada la hora de la verdad ocurra algún imprevisto al que no podemos hacerle frente o, y esto es lo más usual, salga a relucir un error garrafal que habíamos pasado por alto. Dichas situaciones se tornan aún más estresantes cuando tenemos gente como jefes, supervisores y maestros que nos regañan y llaman la atención, haciéndonos caer en cuenta de nuestros errores y/u olvidos..y no precisamente de la mejor forma. En otras palabras: presión, presión y más presión.

Del mismo modo, es traumático y desesperante depender de una máquina, porque no siempre la tecnología es una aliada del hombre del siglo XXI: en no pocas ocasiones es su enemiga. Me pregunto, ¿cuántos no se han visto perjudicados por un virus, por una falla del computador o por la lentitud de la conexión a Internet? así sea para una bobada: es altamente irritante.

Personalmente, cuando estudiaba en la universidad, me sucedía que de nada servía haber hecho el trabajo completo y súper bien hecho, porque se había acabado la tinta de la impresora, por lo que debía cargar el trabajo a una memoria USB y cuando iba a un sitio a que me la imprimieran, resultaba ser que la versión de Word en la que estaba el trabajo era incompatible con la que tenían en el computador. La pregunta del millón ¿y si es un sitio que queda a pocas cuadras de la universidad...pero a millas y millas de distancia de nuestra casa y falta poco para la clase en la que hay que entregar el trabajo?

O cuando al celular se le acaba la batería y se apaga solo...muchas veces, sin que nos demos cuenta hasta cuando ya es demasiado tarde. No hay manera de calcular todo lo que perdemos por este tipo de fallas.

Y el terreno personal, el del corazón y los sentimientos, no se salva. De hecho, creo que nos genera aún más estrés que el terreno laboral o académico. El mejor amigo de la novia o la mejor amiga del novio...o en su defecto el novio o novia de nuestra traga o esa persona con la que uno cree que se va a cuadrar nuestra traga en cualquier momento son una inagotable fuente de angustia y estrés. Y lo digo por experiencia propia. No me quiero ni acordar de lo que tuve que pasar por cuenta del Grillo y La Puchis así como El Sardino no quiere recordar esos malos momentos cuando sus amigos del último curso que tomó se la montaban a La Chechis con El Flaco, el adorado Flaco del Sardino...en sus narices. Todo el tiempo. Si, ya sé, al fin ellos dos nada de nada...pero en su momento El Sardino creía que todo de todo y en cualquier caso, el hecho de ver a ala persona que nos gusta o por la que sentimos algo en una situación de esa naturaleza con alguien más, sea que se trate de un amigo/amiga o de su pareja o, peor aún, cónyuge oficial, es algo que nos descompone el hígado. No duden que el despecho es otra forma de estrés altamente nociva para la salud.

Y también están las cosas que, aparentemente, son insignificantes pero bien sea siempre o en ciertas circunstancias, nos estresan. Goteras y otros ruidos repetitivos como alguien jugando con un esfero o con el control remoto; ruidos extraños de los vecinos, el ladrido constante de un perro, la radio o el televisor a todo volumen o música a todo taco (y que para colmo, no nos agrade como el reggaeton, por sólo dar un ejemplo) el paso muy frecuente de aviones (en mi casa pasan mas o menos cada diez segundos) nos ponen los nervios de punta...sobre todo cuando intentamos realizar actividades como leer, estudiar o dormir. Tampoco es muy placentero contar con poco espacio y/o privacidad, lo que redunda en situaciones como gente que se para detrás de nosotros para ver todo lo que hacemos en el computador.

Pero bueno, creo que si se hiciera un ránking de las cosas que más nos estresan e irritan, yo me atrevería a decir que las que más son: las demoras, las fallas ciberneticas y/o electrónicas, la pérdida de archivos importantes, la irresponsabilidad, la ineptitud y el incumplimiento ajeno (en el momento más inoportuno), los ruidos estridentes, los ruidos continuos, música o televisión a todo volumen, el tráfico (sea por trancones o conductores y/o peatones imprudentes) y cualquier situación romántica entre el objeto de nuestros afectos...y otra persona, la falta de espacio y privacidad. El orden...poco importa, creo, si no estoy mal, que varía de persona en persona. Lo que si es seguro es que todas estas cosas nos encrespan los nervios...a todos nosotros. Sin excepción.

Consejos y conclusiones finales. Respirar profundo y contar hasta diez, armarnos de paciencia y valor...y hacer lo posible por relajarnos son los consejos más obvios. Pero también los más útiles y no son los únicos, tampoco. Según recientes estudios, decir groserías reduce significativamente el dolor...y, si es bueno para el dolor imagínese lo que puede hacer por el estrés. Desahogarse, sea de lo que sea, siempre nos hará sentir mejor, pero también nos hará sentir mejor recordar que, en última instancia, las cosas salen y resultan como deben ser y no de ninguna otra manera. Si ya hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, ya no es nuestra culpa si algo falla...y si algo falla por nuestra culpa, bueno, somos humanos y cometemos errores de los que aprendemos para futuras ocasiones.

En cualquier caso, la vida es demasiado corta para vivirla mal y muchas veces, pasado el tiempo, muchos nos reímos de lo mismo que en algún momento nos sacó canas verdes. Sudamos la gota fría, liberamos adrenalina, sufrimos y padecemos y, al final, todo sale bien. Lo cual, obviamente no significa que no comprenda a las personas que sufren algún tipo de estrés sea por las razones que sea. Como mencioné al principio de esta entrada, en su justa medida y en el momento indicado, el estrés es benéfico, sano y muy útil en los momentos en los que debemos hacer algo, en especial, cuando vamos contra el tiempo. Es sólo cuestión de saberlo manejar y de saber tener control sobre nuestros nervios y nuestras emociones

Gracias por leerme, espero que esta entrada haya sido de su agrado así como también espero volver a escribir pronto, por ahora me despido no sin antes, dejarles un video de una canción para relajarse. Se cuidan y esperen más posts.

  

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