martes, 17 de mayo de 2011

POSIBILIDAD VS. PROBABILIDAD



La vida, independientemente de que se trate de asuntos prácticos o personales, se rige por muchas leyes: la ley de la gravedad, la ley de la atracción, la ley del talión, la ley de la relatividad, las leyes que rigen la sociedad, las que rigen los estados, las leyes de Murphy (que rigen la vida cotidiana) entre muchas otras sobre todo asociadas al mundo de las ciencias "numéricas" como la física, la química y las matemáticas. Incluso, todos nosotros, en algún momento hemos hablado o escuchado hablar de la ley de la vida...en términos generales; pero considero imposible dedicar un post para hablar de cada una de todas estas leyes, así que sólo hablaré de una que, hasta ahora no he mencionado, pero que en los últimos años ha dado bastante de qué hablar: la ley de la probabilidad.


Y ¿en qué consiste esta ley? Básicamente, más que una ley, es un concepto que atañe a toda una ciencia; ciencia esta que, considero yo, es una de las disciplinas universales: las matemáticas. Desde este punto de vista, la ley de la probabilidad determina, basándose en estadísticas, ecuaciones, leyes físicas y ciertos cálculos, qué es factible, osea, qué puede suceder...o no suceder en una situación o caso determinados. Esta ley es conocida sobre todo por aquellos que la pueden manipular, especialmente aquellos que buscan hacerse ricos jugando en un casino al adivinar acertadamente el número en el que caerá la ruleta. Es una ciencia que le hace pulso al azar y al destino...y son tantas las veces en las que vence la probabilidad como en las que vencen el azar y el destino.


Así, es muy común escuchar comentarios como. "contra toda probabilidad" o "desafiando todas las probabilidades", sobre todo cuando se habla de casos médicos y muy especialmente de recuperaciones milagrosas tras enfermedades mortales, accidentes violentos o cirugías muy delicadas y riesgosas o bien, cuando se habla de diagnósticos fuera de lo común. En otras palabras, cuando se habla de milagros.


Sin embargo, la cuestión se hace mucho más compleja si se tiene en cuenta que la medicina no es el único campo en el que ocurren milagros que desafían a la lógica y la ciencia de las probabilidades. En la vida cotidiana y, muy especialmente en nuestras vidas personales,  bien sea en asuntos económicos, laborales, familiares, sentimentales, amorosos o de cualquier otro tipo, las probabilidades, aun cuando sean millones, son vencidas por una sola, perdida entre todas las demás: la posibilidad, una en un millón...y ella sola, muchas veces, basta y sobra.


El ejemplo más claro, y más común, de cómo la posibilidad vence a la probabilidad, somos nosotros mismos: durante el acto sexual se liberan miles de millones de espermatozoides, pero sólo uno de ellos logra fecundar el ovulo. Nosotros, literalmente y desde el vientre materno, somos uno en un millón. Y eso no es lo único excepcional: la sola formación de cada organo y de cada parte del cuerpo de un feto son procesos sumamente complejos en los que cualquier cosa puede fallar...y sin embargo, en el caso de más del 90% de la población, todo sale bien y nace un niño o niña perfectamente normal. 


Algo muy similar a la fecundación ocurre además en el ámbito laboral: cientos de personas se presentan como aspirantes para un cargo, pero sólo una lo obtendrá...y no necesariamente la más apta, mejor preparada y más necesitada: sólo aquella persona a la que le corresponde ocupar ese cargo, algo muy similar a lo que plantea Darwin en la selección de las especies: sólo las especies más fuertes y resistentes sobreviven, pero ¿cómo saber a ciencia cierta cuales son esas especies? Analizando las posibilidades de cada una de ellas.


Y hablando de lo mismo, un  buen porcentaje de la población (no me atrevo a asegurar si al menos yo pertenezco o no a ese grupo) existe gracias a que sus padres, de los cientos de miles de condones en el mercado, justo compran uno dañado o defectuoso ¿el resultado? Nosotros. Así mismo, conocer el amor de nuestras vidas o quien sería nuestro mejor amigo o amiga; salvarse de morir o de hecho, morir; sufrir un accidente o lograr evitarlo; encontrarse con alguien a quien queremos ver o con alguien a quien no queremos volver a ver nunca más...Todos estos son casos en los que muchas veces la posibilidad vence a la probabilidad y suelen resumirse con la frase "en el momento y la hora correcta/incorrecta".


Sin duda, existen tanto posibilidades buenas, como malas. Antes del 11 de septiembre del 2001, por ejemplo, todos considerábamos improbable (por decirlo menos) que se secuestraran aviones y que luego se usaran como armas contra ciertos objetivos como, por ejemplo, rascacielos...y mucho menos en Estados Unidos, el país más fuerte y poderoso del mundo. Pero todas esas probabilidades fueron vencidas ese día por aquella funesta posibilidad. De la misma forma que nadie creía que se hundiría el Titanic, que matarían al Presidente Kennedy, que el Presidente de los Estados Unidos renunciaría como lo hizo Nixon, que Estados Unidos, la primera potencia, perdería en Vietnam y en Irak, que el Challenger explotaría, que alguien tan inepto como Bush sería elegido presidente de un país como Estados Unidos y que además se lo tiraría como de hecho lo hizo. Siempre que algo sea posible, siempre que se pueda hacer, existe la posibilidad de que de hecho alguien lo haga...contra toda probabilidad. 


Como se puede apreciar, el curso de la historia se ha visto modificado mucho más por las posibilidades (lo inesperado) que por las probabilidades (lo predecible)...aunque no siempre ha sido para mal y prueba de ello lo constituyen la Revolución Francesa y la Revolución Bolchevique que tuvieron como consecuencia la caída de las monarquías en Rusia y Francia, así como el efecto dominó de las dictaduras en el Medio Oriente.


Y aún las buenas posibilidades pueden ser problemáticas cuando algunos de nosotros, ingenua y desesperadamente, nos aferramos a ellas aún cuando las probabilidades sean mucho más fuertes. Hace unos días, por ejemplo, hable con El Sardino y él me contó otra de sus alocadas historias: había ido a un centro comercial a hacer una diligencia; como tenía tiempo de sobra, una vez que hizo lo que tenía que hacer, decidió dar una vuelta por el minúsculo centro comercial. Mientras caminaba, viendo vitrinas y conociendo el lugar al que iba por primera vez, se cruzó con un hombre joven y atractivo. Al Sardino le gustó de inmediato y hasta se atrevió a mirarle el trasero cuando el tipo siguió su camino, en dirección opuesta, cosa que El Sardino nunca había hecho. 


Continuó su camino, siguiendo una trayectoria estrictamente circular dado el reducido tamaño del centro comercial, cuando de pronto...se lo volvió a encontrar; volvieron a cruzarse ¿cuales eran las probabilidades? Le hice ver que, de hecho, eran muchas: el centro comercial era pequeño, había poca gente y era probable que el tipo fuera un empleado, que trabajara ahí mismo. No significaba mucho, aun cuando El Sardino quisiera creer que era una señal (ya había oído de una historia similar) y que tal vez él y ese tipo de lindo trasero... Pero yo, personalmente, no lo creo, creo más bien que él quiere creer eso porque se siente solo...y hasta cierto punto, un poquito despechado. Pero debo reconocer que en ese caso, las probabilidades le ganan a esa diminuta y nimia posibilidad.


Muy distinto fue lo que me contó días después: iba caminando por la facultad y detrás suyo, de la nada, apareció una muchacha hablando por celular; hablaba con un amigo y, en medio de la conversación, la china mencionó el nombre de su adorado Flaco. Eso, debo decirlo, si se puede interpretar como una señal, ahí la posibilidad tiene mucho más chance de vencer las probabilidades...con todo y que, solamente en la universidad, hay muchos manes con ese nombre ¿Por qué justo él lo tenía que escuchar? Del mismo modo, no han sido pocas las ocasiones en las que El Sardino ha ido a hacer visitas "relámpago" a la universidad y, sin importar a donde vaya o cuanto se demore...siempre se lo encuentra. La posibilidad gana de nuevo.


No son muchas las probabilidades de que un asteroide destruya la tierra, pero...¿saben cuantas personas han muerto víctimas de diminutas rocas caídas desde el espacio exterior? casi tantos como los que han muerto alcanzados por un rayo, que es mucho más común, ¿saben de cuantos casos de mujeres de la tercera edad que resultan embarazadas he oído hablar? Más de tres y ni hablar de las personas jóvenes y sanas que parten de este mundo antes que los ancianos y enfermos. Cuando alguien, sea quien sea, compra un billete de la lotería, sabe que no es muy probable que gane...y sin embargo, alguien tiene que ganar y es posible que él sea ese alguien. Las estadísticas demuestran que, anualmente, cerca de veintiún bebes son entregados a los padres equivocados. Es improbable que yo o quien lea esta entrada este dentro de esa estadística...pero no es imposible. 


Todos los días, escuchamos con cierta frecuencia los cómo, cuándo, dónde y quién siempre rematados con el riguroso "menos se imagina" La gran mayoría de nosotros se limita a pensar, o a contemplar unicamente las probabilidades: lo más lógico, lo más factible, lo más predecible, lo que es más sensato y más cuerdo esperar de una situación determinada. La experiencia no parece haberle enseñado a muchas personas que la vida es mucho más compleja y que, en muchos casos, no se rige por la lógica: muchas veces es el destino quien lleva la batuta y quien tiene la última palabra.


De todas las ciencias y de todas las leyes, la ley de la probabilidad con el eterno antagonismo de la posibilidad, es la que más influye en nuestras vidas y la que más presencia tiene en nuestra vida cotidiana, en nuestro diario quehacer y, en general, en más del 90 % de las acciones y decisiones que realizamos día tras día. En otras palabras, una ciencia estrictamente matemática, como la probabilidad, se supone que determina lo que nos sucede día a día a cada uno de nosotros...pero es la posibilidad la que tiene la última palabra más veces de las que nos imaginamos. Ella sola, en estos casos, resulta teniendo más poder que toda una ciencia establecida en torno a lo que es y no es posible.


Por eso mismo, pienso yo varias cosas: muchas veces uno ruega, reza porque las cosas se den de acuerdo a las probabilidades y otras, porque esa única posibilidad venza a las cientos de miles de millones de probabilidades...pero, mientras ignoremos cual sea el desenlace y cual de las dos gane, todo lo que podemos hacer, es confiar en que todo salga bien y todo se de de la mejor manera posible. Es probable que las cosas sean y se den de cierta forma...pero la posibilidad está ahí. Y Dios sabe lo poderosa que es.


Gracias por leerme, espero el post haya sido de su agrado y también espero que les gusten los siguientes ahora que, tras un breve receso, he vuelto. Los dejo con este videito musical con algunos datos curiosos...muchos de ellos, relacionados con el tema del post. Esperen mas entradas así como yo espero que las disfruten.








     






  

No hay comentarios:

Publicar un comentario