jueves, 26 de mayo de 2011

(¿)AMIGOS(?): EL CHISTOSITO


¡ADVERTENCIA!: Si bien las situaciones acá descritas son reales, los nombres de los directamente implicados han sido cambiados para proteger su identidad. Se recomienda discreción.

En uno de sus muchos poemas, la poetisa chilena ganadora del Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral dijo: "Erase una vez una flor...que no era una flor" Tal cosa la escuché cuando tenía apenas catorce años de edad. Y en ese momento, y aún mucho tiempo después, me costó trabajo pensar, imaginar que hubiera algo que no fuera lo que era. Sinceramente, me desconcertaba...hasta que lo conocí a él: al Motas, un man chistoso que no era un man chistoso. Sino todo lo contrario (véase petardo insufrible)

El Motas, como muchos de mis lectores habituales se podrán imaginar, hacía parte de ese grupito inmamable del primer semestre. Debo eso si, confesarles algo realmente vergonzoso: a mi, antes de conocerlo, me gustaba El Motas. No lo voy a negar, el pendejito ese era muy bonito...de cara. Debía cuidarla muy bien porque era una de sus muy pocas virtudes. El caso, es que si: el man me gustaba mucho, me tenía loco...hasta que lo conocí, hasta que hablé con él. Desilusión total.

Desde ese primer día que hablamos en el Edificio de Posgrados, hablando de nuestras vidas y de nosotros mismos, noté, aunque sin darle mucha importancia, que el man aprovechaba cualquier comentario para usarlo en contra mía; para hacer otro comentario o chiste de mal gusto que remataba con una risita pendeja y fastidiosa, como diciendo "Eso fue un chiste, ríanse conmigo" Evidentemente, no funcionaba y sin embargo, me seguí metiendo con él y con los demás de ese grupito hediondo y putrefacto, con todo y que el tipo ya se me había ido a las patas. Todavía no creía que fuera mejor estar solo que mal acompañado.


Ya en clases, se me reveló otra faceta del Motas: el ego del man era infinito...superaba con creces su estatura (bueno, eso hasta un bolardo) Estaba convencido de que sabía más que todo el mundo, que era todo un erudito y era feliz y dichoso contradiciendo a todo el mundo. Siempre era él quien tenía la razón por encima de los demás. No sé cómo habrá sido para los demás, pero para mi era algo muy fastidioso y hacía mi máximo esfuerzo para disimular mi molestia. Y eso no era todo: nadie podía ser mejor que él. El Motas convertía cualquier talento, habilidad o capacidad de los demás en un motivo de burla, casi como si en vez de una cualidad fuera un defecto vergonzoso. Osea, por sus venas corría más envidia que sangre.

Más o menos un mes después de haber empezado a hablar con el man, salí del closet. Les confesé que era gay y la reacción de todos, incluido El Motas, se podía resumir como "normal, todo bien" Luego, por ciertos comentarios de los demás miembros del grupito este, me enteré de que el man era homofóbico. La verdad, eso era difícil de distinguir, porque El Motas le faltaba el respeto a todo el mundo por igual; cada vez que se le presentaba la ocasión, El Motas hacia algún chiste cortopunzante y ofensivo contra alguno de nosotros, "sus mejores amigos, sus pareceros del alma". O si no, nos gastaba bromas repesadas y de pésimo gusto, dejando bien en claro que él era súper chistoso, súper gracioso, el payaso oficial del, repito, grupito inmamable ese donde nadie le ponía su tatequieto. 

El caso es que mi salida del closet propicio dos situaciones: primero, que me enterara de que el man siempre había sabido que me gustaba y además, que me diera cuenta de que el man era tan prepotente y pedante en los asuntos personales y en los espacios de esparcimiento que se comparten con los amigos como en el aula de clases. Uno siempre estaba mal, uno siempre estaba cometiendo algún error y él era el que tenía la solución y sabía perfectamente en lo que uno estaba fallando. No importaba el asunto o situación, siempre era así...él siempre tenía que tener la razón, aún cuando evidentemente NO LA TENÍA. Además de eso, tomaba por juego, batirse en duelos de insultos con los demás. De más está decir que un poco en broma y un poco en serio, pero en cualquier caso, sólo una forma más de ofender e insultar para sentirse mejor que los demás, aun cuando se suponía que eran sus amigos. 

Y todavía tenía el descaro de decir: "Ay, vengan, avísenme si insulto a alguien...no es mi intención, yo voy diciendo las cosas y no me doy cuenta si insulto a alguien" Si alguien se hubiera puesto en semejante tarea, se habría pasado TODO EL TIEMPO diciéndole cosas del tipo: "Pilas, marica, me está insultando...ojo"

Aparte, se la pasaba posando de intelectual, fanático de Silvio Rodríguez y de pseudo-militante de izquierda. En cierta ocasión dijo que admiraba a Osama Bin Laden por ser "el último guerrillero" y en otra, en medio de una protesta estudiantil, se encaramó en las rejas de la 26 para gritar una sarta de sandeces empezando con el grito de "¡Compañeros!" Una amiga y yo, que estabamos ahí afuera, apenas nos tapabamos la cara, como diciendo: "No lo conocemos". Sin comentarios.

En las conversaciones de grupo, se la pasaba haciendo preguntas enredadas e incomprensibles con el fin de ver cómo uno hacía un esfuerzo sobre humano para entender. Al dar una respuesta, fuera la que fuera, El Motas hacía su típico gesto de desdén o se reía arrogante, como diciendo:"Hum, pobre pendejo..." Pero un buen día, descubrí otra razón por la que hacia esas preguntas, además del deseo de humillar al interlocutor: El Motas estaba llevado, además del trago y el cigarrillo, por la la hierba que consumía cada vez con mayor y mayor frecuencia y cantidad; además de eso, era un vago y un irresponsable a quien nunca se le veía haciendo cosas de la universidad y, en consecuencia,  no era que sacara las qué notas...pero eso si: era feliz rajando y manifestando su desprecio por compañeros aplicados, inteligentes y dedicados a la carrera y que, en consecuencia sacaban buenas notas, a quienes El Motas tachaba de "ñoños hijos de..." pero eso si: cada vez que podía, los saludaba y les conversaba como si fueran sus qué amigos. En otras palabras, era un hipócrita más doble que una moneda.

Se la pasaba rajando de todo el mundo en su ausencia y delante de todos, se mostraba como lo que quería ser pero no podía: el payasito del grupo, el que todos querían y que a todos quería...pero sólo en sus fantasías. Prueba de eso es que, en el momento más duro y difícil de mi vida personal y sentimental, El Motas, que se suponía que era mi amigo, fue el primero en darme la espalda y darle su apoyo a mis atacantes. Osea, que era incapaz hasta de fingir ser amigo de alguien.

Aquí, una de sus perlas: un profesor, de una clase-tortura del segundo semestre,  había dicho que recibía trabajos hasta un día...digamos el martes 17. Ese día, me aparecí en la universidad para entregarle el móndrido trabajo al badulaque ese y me encontré con El Motas. Nos saludamos. Y le dije: "Hum, ¿donde andará el profesor? necesito entregarle este trabajo" "¿Cómo así, no lo ha entregado todavía?" "No, pero él dijo que abría el plazo y los recibía hasta hoy" "Ah, no, entonces ya perdió...si dijo que hasta hoy, significa que hoy era el plazo máximo" "Pues por eso: hoy no se ha terminado" "Pues si, pero yo de profesor no recibiría trabajos sino hasta el día anterior al día que yo había señalado como plazo máximo" Que cada quien saque sus propias conclusiones. Y si, mas o menos así eran todas las conversaciones y discusiones con El Motas. Aparte de eso, delante de él, no se podía hacer ninguna pregunta o comentario, porque ahí mismo empezaba. "Ay, ¿pero qué le pasa? si es que eso es OBVIO" Osea, un estrés completo.

En otra ocasión, me tocaba exponer y no voy a mentir: la exposición fue un desastre total y la profesora nos hizo sentar a mi compañero y a mi...pero creo que eso no era razón para burlarse y reírse descaradamente de nosotros como lo hizo el estúpido del Motas. Así, sin más ni más, delante de toda la clase. 

También recuerdo la ocasión en la que le iban a celebrar el cumpleaños a una de las morrongas del grupito ese y, en uno de sus típicos actos de torpeza y estolidez, El Motas dejó caer la botella de vino con la que iban a celebrar...en medio del salón y tan pronto como terminó la clase. Pobre man...se le veían en la cara las ganas de agacharse a lamer el vino del piso.

Por el proceso natural que ya muchos conocen, me alejé de ese grupito y, por supuesto, del Motas. En algún momento, me volví a acercar a ellos, más por una persona del grupo que por todos los demás. El Motas me ignoró por completo, pero yo, que ya sabía lo suficiente y había tomado conciencia de quien era, me importó cinco. Un año largo después de eso, me lo cruce de salida de la universidad. El muy idiota me hizo caras y me mostró su sonrisa más marica. Lo ignoré por completo. Y ese fue el fin. Ni más de él. Incluso veíamos clases juntos. Un día, entre a una de esas clases que
veíamos El Motas y yo, en compañía de una amiga mía que no lo conocía. Tras el patético espectáculo de cuchicheos, musarañas y morisquetas del Motas, mi amiga me hizo caer en cuenta de algo: "¿No te diste cuenta de que ese muchacho juega un jueguito todo tonto con los demás? Como...aparentemos ser lo que no somos" Triste, pero cierto

Tiempo después, me topé con La Pitufa, una amiga que teníamos en común El Motas y yo. Y me lo contó: el man, estaba llevado, llevado recontra llevado del vicio. Ahora hasta la ropa y las pertenencias personales le hedían a marihuana. Era, oficialmente, un caso perdido. Pero la verdad, yo desde siempre lo vi venir.

Tuvo que pasar un año para volverlo a ver. Ya una semana antes otra amiga me había advertido: "El man se cortó el cabello...yo lo vi por ahí, pero está así, re paila" El día que lo vi, iba caminando a sacar unas copias, era una tarde fría, de mucha lluvia suave y monótona. Iba con la sombrilla, cuando, en frente mío, pasó. En efecto, con el cabello corto, hablando con otro man. Y en efecto...re paila; le dijo algo al man y ni siquiera lo podía decir bien, como si tuviera un defecto en el habla. Afortunadamente, no me vio.

Fue la última vez que lo vi y espero no volverlo a ver nunca más en la vida.

Conclusiones de esta triste tragicomedia que ha sido la vida del Motas. Ante todo, lo de siempre: personas así, pululan por todas partes, lo importante es evitarlas a toda costa y alejarnos de ellas, porque podrán ser muchas cosas, menos amigos nuestros. Son, me atrevo a decir, enemigos encubiertos. La verdad, cualquiera que acabara de conocer al Motas en sus buenas épocas, sentiría admiración o hasta un poco de envidia. Yo, que ya lo conozco, siento lástima por él. 

Lástima de sus fatuos intentos por divertir, lástima por sus vanos esfuerzos por ser el centro de atención (llegó incluso a tirarse al piso y colgarse de las faldas de una profesora suplicando atención...delante de toda la clase) lástima por su complejo de inferioridad que lo llevaba a rebajar, humillar e insultar a los demás para sentirse un poco menos mal consigo mismo; lástima de su envidia sin límites; lástima de su baja autoestima que lo llevaba a consumirse en el vicio mientras intentaba convencernos a los demás de que él era mejor que todos juntos y lástima de cómo no tenía amigos por no ser capaz de ser un amigo.  

Gracias por leerme, espero que este post les haya gustado y se hayan entretenido con él y, si tienen un "amigo" como El Motas, espero que esto les dé ánimos, no sólo para no sentirse mal por lo que él haga o diga, sino también para botarlo. Recuerden: Lo que no sirve, mejor que no estorbe. Por ahora, los dejo con el video de una canción totalmente dedicada al Motas. Esperen más posts y que descansen y tengan dulces sueños eróticos.


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