viernes, 8 de abril de 2011

(¿) AMIGOS (?): LADRÓN DE IDENTIDADES


¡ADVERTENCIA!: Si bien los hechos y situaciones aquí descritas son reales, los nombres de los directamente implicados han sido modificados para proteger su identidad. Se recomienda discreción.

No hace mucho que conozco al Sardino, el chino es súper bien, y no tardamos mucho en trabar amistad: ambos tenemos la misma edad, ambos somos gays, ambos tenemos mas o menos los mismos gustos, los mismos puntos de vista y nuestros temperamentos y reacciones son parecidos...aunque, no, no nos atraemos. Ninguno de los dos es el tipo del otro. Y así está bien: no por ser dos gays tenemos que tener algo más que una buena amistad.

Bueno, resulta ser que El Sardino hace poco empezó a tomar un curso en otra facultad. Y, por esos azares del destino, conoció más gente de esa otra facultad, ampliando así su estrecho pero exclusivo círculo social. Así, conoció a Lili, Pili, Cami, Santi, Andy, Chechi y...al Duende. El Sardino estaba feliz con sus nuevos amigos, se entendía a las mil maravillas con ellos, se la pasaban juntos para arriba y para abajo, se llamaban, chateaban, hacian planes juntos, salían...y bueno, hacían lo que todos hacen con los amigos. Sin embargo, en cierta ocasión, El Sardino me habló del Duende, me dijo que de todos, era el que menos hablaba, a duras penas le conocía la voz, era un muchacho calladito, tímido, poco agraciado y con la típica pinta de "ñoño": lentes de montura gruesa, peinado anticuado y ropa no muy a la moda. De todo su nuevo parche, El Duende era con el que él menos compartía.

Sorpresivamente, un día, El Sardino se metió a su Facebook y descubrió una solicitud de amistad. No había nada que lo entusiasmara más que una solicitud de amistad...salvo contadas ocasiones. Como esa: era El Duende. No es que le desagradara, ni mucho menos...sólo que no se imaginaba haciéndose amigo de él. Sin embargo se la aceptó. Y qué sorpresa la que se llevó.

El man hablaba por el chat con mucha más fluidez que en persona..pero además, se expresaba de una forma muy similar a como lo hacían los demás miembros del clan. Es cierto que todas las personas de una misma edad y generación nos expresamos igual o por lo menos muy parecido...pero eso ya era muy extraño.Cuando hablaba con El Duende, El Sardino tenía la misteriosa y perturbadora sensación de hablar con Santi o con Cami era como...si los suplantara.

Pero esa impresión, que pronto fue descartada como una simple impresión suya, no fue nada comparado con  lo que empezó a notar tiempo después: El Duende hacía lo mismo que hacían todos los otros miembros del clan. Si Andy escribía en el muro de alguien, El Duende escribía algo parecido en el muro de otra persona; si Lili escribía un mensaje super largo y super florido en su status, El Duende hacía lo mismo en el suyo, cambiando apenas unas pocas palabras. Ya era muy obvio que El Duende buscaba ser una copia de todos sus amigos; como una especie de popurrí.

Tiempo después, El Sardino volvió a verse con todo el parche en pleno..incluído él. Por la conducta de todos, El sardino sacó dos conclusiones:
1.) Los demás, o no tenían ni idea de lo que hacía El Duende o se hacían los locos
2.) El Duende se comportaba igual que siempre, era como si tuviera una personalidad en público e intentara armar una segunda con retazos de las de sus amigos para mostrarla en Facebook.

En cualquier caso, era muy perturbador. El Sardino lo sigue teniendo de amigo en el Face (hay que ser muy grosero o muy desagradable para que él lo eche a uno de su lista de amigos) pero lo trata con suma precaución, casi que con pinzas: no le habla casi y no le tiene muy en cuenta en general. Lo sigue viendo ocasionalmente, pero nunca ha tenido una verdadera conversación con él...ni planea tenerla, tampoco.

Cuando El Sardino me contó eso...quede aterrado. La verdad ya había visto un caso así en mi colegio, una chinita que quería ser como todo el mundo. Plagiaba descaradamente los gestos, las actitudes y hasta la forma de reírse de sus compañeras, casi siempre para atraer a chicos que se sentían atraídos hacia ellas, por lo que ella tomaba su personalidad como "molde" para la suya en un vano y, obviamente, infructuoso intento por llamar su atención.

En conclusión y creo que también moraleja de esta historia, diré que ellos, los que hacen eso, no son malas personas, necesitan ayuda y todo, pero ayuda profesional. La verdad no creo que sea muy agradable sentir que alguien intenta ser uno, que lo imita en todo, lo sigue en todo...en otras palabras, que absorbe su personalidad y, en cierta forma, su vida. Así que quizás sea muy cruel, pero lo mejor es evitar a gente así, es la mejor ayuda que se les puede brindar porque, pensándolo bien, al no tener gente muy cerca de ellos, empezarán a desarrollar una personalidad propia en lugar de seguir haciendo una de mentiras que de nada les servirá en el mundo real.  

3 comentarios:

  1. Esa clase de personas las hay por todo lado, e tenido la descgracia de verlo tambien pero en el colegio, todo el mundo la repelia hasta los muchachos la fastidiaban por su apariencia física y entre insulto e insulto salía algún comentario de esos, al final del bachillerato siguio sin amigos y francamente no supe como era.

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  2. Seguramente también era una ladrona de identidades; robaba rasgos de personalidades ajenas porque no tenía personalidad propia. Es muy triste, realmente

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  3. Al fin y al cabo nuestras personalidades han sido forjadas durante nuestra adolescencia a partir de distintos rasgos de los personajes que idolatrábamos en aquella época. Es curioso criticar a los ladrones de identidades cuando esas identidades que supuestamente roban surgieron de la misma manera.
    A quienes piensan que pueden tener personalidad propia si siguen por ellos mismos un ideal o creencia pero lo único que hacen es engañándose a ellos mismos imponiéndose un modelo de comportamiento o costumbres que surgieron de otro.
    Si nos ponemos a pensar un poco en ello nos podríamos preguntar, si esta herencia de personalidades siempre ha sido así.
    ¿Cuando surgió la primera?

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