No, no crean que el fantabuloso mundo del cine producido en Hollywood se salva de meter la pata de vez en cuando (¡y hasta el fondo!) así que en el post de hoy les hablaré sólo de una de esas muchas metidas de pata: las sagas de películas épicas que, al menos para mi, están malditas por los siglos de los siglos.
Generalmente, son películas basadas en libros que, a su vez, están dirigidos a un público joven o adolescente pero, como todo en esta vida, el simple hecho de estar dirigido a cierto público no implica necesariamente que a le guste a todos aquellos que puedan clasificarse dentro de dicho grupo. Entre los títulos más conocidos están: Star Wars, Harry Potter (si me pongo a enumerar toooodas sus secuelas y continuaciones no me alcanzaría este post), Narnia, El Señor de Los Anillos, Twilight/Crepúsculo y Avatar.
Aparentemente no es suficiente con una primera película medianamente soportable, no, no, no: es practicamente indispensable perpetuar estas historias tan reforzadas e inverosímiles con una interminable saga de películas en las que se continúa la historia, pero que en poco y nada difieren de la primera, en la que se narra el inicio. En otras palabras y hablando muy castizamente, lo que hacen es echarle más agua a la sopa...para que rinda, rinda y rinda.
Más o menos cada año, sin falta, aparece una nueva película de las sagas malditas, de la gran mayoría de ellas al punto que pareciera que, en lugar de entretener a los espectadores, buscaran ahogarlos con tantas películas que, como dije anteriormente, difieren en poco de la primera que originó la saga: más efectos especiales y uno o dos cambios apenas perceptibles del argumento y... ¡ya está!: la trigésima octava entrega de cualquiera de las sagas malditas. A mi, por lo menos, me sorprende que todavía tengan fans (más adelante hablaré de los fanáticos): uno creería que no son muchos los que creen en la magia, ni en roperos a través de los cuales se llega a mundos mágicos sumidos en un invierno perpetuo, ni en cruzadas heroicas por recuperar una colección de anillos, ni en guerras interespaciales y ni hablar de vampiros adolescentes (con Buffy ya tuvimos más que suficiente) Pero todo apunta a que también estos pseudo-films tienen una buena legión de fans (si los tienen Hitler, Bin Laden, George Bush y Samuel Moreno...¿por que no ellos?)
Pero además están los que son fanáticos hasta la médula: juegan, se disfrazan, realizan reuniones, exposiciones y convenciones, coleccionan objetos auténticos de los films, se vuelven un ocho en el estreno de cada una de las quinientas noventa y cuatro películas que componen la saga...mejor dicho, consagran su vida a las sagas malditas y ¿que tanto reciben a cambio? Es un misterio sin resolver, aunque manejo la hipótesis de que les da la opción de desprenderse de la monotonía y opacidad de sus tristes vidas no por unas horas, como la gente normal, sino por meses o tal vez años.
Lo más estresante, además, es lo invasivas que son: la publicidad de esas películas aparece en todo lado, en cualquier parte: vallas, anuncios, propagandas, noticias de la farándula, revistas, kioskos, librerías, Youtube...como quisiera que esa misma publicidad se la hicieran a películas realmente buenas, hasta el momento no ha sido el caso: a todas las películas se les hace publicidad, pero ninguna es tan promocionada como las sagas malditas.
Y eso no es todo: el género épico no es el único que produce sagas malditas...¿alguna vez han oído hablar de High School Musical?...sin comentarios (si, Zack Effron está muy bueno..¡pero ni por esas!) Me atrevo a decir que la única sagas que vale la pena ver es El Padrino: eso si que es cine de verdad.
Para concluir, creo que cada gusto, cada punto de vista es plenamente respetable, pero también creo que el respeto a las diferencias también implica, necesaria y rigurosamente, el respeto por el espacio ajeno; el no pretender meterle nada por los ojos a nadie...y eso es lo que, me parece a mi, hacen los productores, promotores, fans y fanáticos de las sagas malditas. Ya ha sido suficiente con una sola película (la primera de cada una de ellas) par que ahora, salgan con una distinta año, tras año, tras año ¿no se les ha ocurrido pensar que sus fans pueden hartarse? (los fanáticos nunca lo harán) Y entonces ¿que podemos decir a quienes no nos agradan las sagas malditas y que no hacemos parte de sus rituales de adoración ciega? Sería bueno que, no sólo se lo pregunten, sino que también se lo contesten.
En caso tal de que estas líneas sean leídas por algún fan (o peor aún, un fanático) de las sagas malditas, espero que esto les sirva para meditar un poco y, sobre todo, recuerde que no soy un experto en cine ni mucho menos la última palabra, sólo expongo mi opinión y cualquiera es libre de discrepar con ella...siempre que tenga argumentos de peso para hacerlo (véase. Libertad de Expresión) Por ahora eso es todo. Me despido no sin antes dejarles el trailer de una película épica que, pienso yo, si vale la pena ver. Un saludo y gracias por leerme.
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