martes, 19 de abril de 2011

ESO SIEMPRE TERMINA ROSA


Es algo muy frecuente tanto en las telenovelas como en las películas: los finales felices. No importan los problemas, las dificultades, las angustias y la adversidad que tengan que enfrentar los protagonistas; no importa de cuantas tretas y ardides se valgan los villanos para conseguir sus pérfidos fines: siempre las cosas terminan "como debe ser": el bueno con la buena, los villanos pagando por el mal que hicieron, los antagonistas arrepentidos tras tomar conciencia de sus errores (cometidos a lo largo de tooooda la novela) y todo el mundo feliz y satisfecho.

A la larga el final feliz, en si mismo, no es más que uno de los muchos clichés y estereotipos que además de abundar en las telenovelas, son los que las caracterizan: en todas está la niña pobre pero dulce y buena, el joven guapo, de buena familia en busca de la mujer ideal, la mujer rica y perversa que busca atarlo a como dé lugar movida bien sea por la ambición o por la obsesión, otros villanos de ambos mundos (el pobre y el rico) que les hacen la vida imposible y los buenos que los ayudan y protegen. Todo esto complementado a su vez por rituales de la vida cotidiana que, en el mundo de las telenovelas, cobran aún más valor: las bodas, los nacimientos y las muertes (con el consecuente funeral y entierro) todos ellos, marcan los momentos cúspides que son los mismos que conforman todo cuento o historia tal y como nos lo enseñaron en el colegio: el inicio, el nudo y el desenlace. Así, de una forma algo escueta, se resume el esquema básico de los culebrones mexicanos y venezolanos.

Este esquema, además, no sólo refuerza estos estereotipos sino que además los eleva a la categoría de leyenda urbana, razón por la cual, no son pocas las muchachas del servicio (la audiencia misma de estas producciones es ya un estereotipo) que en verdad creen que, un día de estos, un hombre guapo, adinerado y de buena familia se puede enamorar de ellas y, en consecuencia, sacarlas de pobres para ser felices por siempre. Si le pasó a la protagonista ¿por qué no a ellas? Además de este príncipe azul, otras dos leyendas urbanas ampliamente difundidas por las telenovelas son el amor a primera vista y el amor perfecto, impoluto, prístino e incondicional. A prueba de TODO. En muchas ocasiones - en las telenovelas, obviamente - ambos tipos de amor se fusionan: se enamoraron a primera vista y ese amor, perfecto e inmaculado, pudo contra todo y contra todos. Si, contra todos...incluyendo las neuronas de la audiencia.

Uno pensaría en un primer momento que esto ya no es así: que ahora hay nuevas propuestas, hay más ingenio, más inventiva, más creatividad y originalidad. Hagan el siguiente ejercicio: analicen cuidadosamente unas cuatro o cinco telenovelas producidas en cinco países distintos por cinco libretistas distintos, si, ya sé que las de productoras como Televisa o Telemundo llevan la mediocridad y la ridiculez al extremo, pero el punto es, que todas, incluso las que muestran la propuesta más audaz e innovadora, obedecen al viejo, arcaico y artrítico esquema esbozado anteriormente. Y, por supuesto, todas tienen un final feliz.

En lo que respecta al cine, diré que el esquema es algo más flexible dado que se aplica sobre todo al género de las comedias románticas, un género que abre una amplia gama de posibilidades...y de igual manera, el final siempre es feliz. En los últimos años, además, se ha observado cómo el final feliz ha empezado a rematar dramas y películas basadas en hechos de la vida real cada vez con más y más frecuencia. Y bueno, ni hablar de las películas y musicales para adolescentes de Disney Channel, donde todo, absolutamente todo termina a las mil maravillas.

Y ¿cuáles son las consecuencias de este esquema repetitivo y del final siempre feliz? Al menos para las mentes débiles e ingenuas, una visión distorsionada, idílica y, por lo tanto irrealista, de la vida; les hacen creer que lo que sucede en esas telenovelas puede pasar en la vida real y que cualquier situación puede tener un buen desenlace. Obviamente, la experiencia y, sobre todo el sentido común, han sabido demostrar que eso no es así: no todo en la vida tiene un final feliz: muchas veces es triste y doloroso y otras, incluso, es agridulce (mitad feliz...mitad no tanto) No en vano existe un dicho que dice que no hay felicidad completa.

No es que la vida sea un suplicio que no cesa sino con la muerte (como también hacen creer algunas telenovelas con ciertos personajes y situaciones igualmente irreales) pero tampoco es suave y perfecta como el amor de mamá: tiene de todo un poco, por partes más o menos iguales en la mayoría de los casos aunque hay que reconocer que hay personas que tienen una vida muy dura, pero aún esas personas tienen buenos momentos; momentos de placeres, de alegrías, de felicidad...

En otras palabras, que ciertas situaciones en nuestras vidas tengan un final feliz es algo que puede tanto estar como no estar en nuestras manos, lo que si está en nuestras manos es lo que pase después de ese final, lo que decidamos hacer una vez que todo está consumado. Siempre, aún cuando parezca que no, la última palabra en nuestras vidas es nuestra. La vida no siempre sonríe, aunque a todos nos ha sonreído en algún momento: la clave está en saber identificar la sonrisa en las pequeñas cosas, los breves momentos y las buenas personas que hacen nuestra existencia inmensamente grata. Además, siempre, de todo aprendemos y todo nos fortalece y nos forma para saber aprovechar y agradecer lo bueno que nos suceda.

La vida es maravillosa...pero gracias a Dios, no es una telenovela con un final completamente feliz e irreal. En verdad, creo que es algo para agradecer; nada se compara a ser personas reales con vidas reales y creíbles. Para finalizar, les dejo una canción de Astrud Gilberto que, a mi modo de ver, se ajusta a la perfección con el mundo fantasioso de las telenovelas, de ayer, de hoy, mañana y pasado mañana. Por ahora es todo, gracias por su atención, esperen más posts y, sobre todo, nuevas secciones. Se cuidan. Chao

  

  

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